Las máquinas de lavado sin contacto operan mediante una combinación de sensores infrarrojos, ultrasónicos y barreras fotoeléctricas que permiten identificar con precisión la presencia, forma y dimensiones del vehículo sin necesidad de tocarlo. Los sensores infrarrojos detectan los puntos clave del contorno, mientras que los ultrasónicos miden distancias y ajustan la altura y posición de los brazos rociadores en tiempo real. A esto se suman las barreras fotoeléctricas, que marcan el inicio y fin del auto para coordinar cada etapa del lavado. Gracias a esta tecnología integrada, la máquina puede adaptarse a cada vehículo, mantener una distancia segura y optimizar agua, químicos y tiempo, logrando un lavado eficiente, homogéneo y completamente sin contacto.